Acompañar

 

14 abril de 2019,

Cada noche, justo antes de cerrar los ojos y casi sin darme cuenta, los pensamientos se entrecruzan en mi cabeza. Resuenan las palabras dichas y calladas, se amplifican las emociones sentidas, se reproducen las acciones acertadas y las que no lo han sido tanto… Y es justo en ese instante, a medio camino entre el hoy y el mañana, en qué todo está en silencio menos mi mente, cuando más pienso en el impacto que aquello que decimos y hacemos puede llegar a tener en los demás, en la huella que dejamos en los que nos rodean y la que ellos dejan en nosotros, cuando somos conscientes y, más aun, cuando no lo somos en absoluto. Porque cuando llega el final del día, lo que nos queda son los pequeños detalles que lo han hecho grande: un gesto amable inesperado, un destello de esperanza en el momento menos pensado, unas palabras de agradecimiento por el trabajo bien hecho, una mirada o una sonrisa cómplice, una conversación agradable, unas risas compartidas o uno de esos abrazos que curan… Esos gestos más sutiles que nos dan el empujón necesario para seguir adelante cuando despertemos y todo vuelva a comenzar.


26 de julio de 2019,

Cada vez más, me doy cuenta de que trabajar en una profesión de ayuda, de aquellas que te hacen estar en estrecho contacto con otras personas, me llena y al mismo tiempo, me vacía. Me llena el alma poder dedicar mis días a cada uno de los pacientes –pequeños y no tan pequeños– y las familias a las que tengo la suerte de acompañar en un trocito de su camino; pero también la mente de preocupaciones que aunque no me son propias acabo sintiendo como si lo fueran e interrogantes para los que no siempre tengo respuesta, por más voluntad que le ponga. Me vacía de falsas creencias, miedos aprendidos y límites auto-impuestos, haciéndome crecer como nunca habría imaginado que lo haría; pero también de energía para mirar hacia dentro como a veces necesitaría, olvidándome de como de importante es escucharse y atenderse, también, a una misma. Me apasiona mi trabajo, pero a estas alturas, llegado este momento del curso, reconozco que necesito parar para coger aire, para poder seguir. Que vengan días de más ligereza, física i mental; en los que las preocupaciones se reduzcan y se espere un poquito menos de mí. Días de mirar menos el reloj y mucho más lo que me rodea; de sentir como las horas se estiran y el tiempo es suficiente, para hacerlo todo y para no hacer nada. Días de pausa antes de que la rueda comience a girar de nuevo, antes de que todo vuelva a comenzar y las páginas en blanco de un nuevo curso esperen abiertas para volvernos a llenar de experiencias y aprendizajes un año más.


25 de novimebre de 2019,

Desde hace unos días, pienso en lo feliz que me hace mi profesión, en lo mucho que me hace crecer y aprender sobre los demás y sobre mí misma y en lo afortunada que me siento de llevarla a cabo, precisamente, en el lugar y con las personas con las que tengo la oportunidad de hacerlo. Y al mismo tiempo, no puedo evitar que, de vez en cuando, emocionalmente, me desborde; por lo mucho que me cuesta gestionar las preocupaciones, angustias y dificultades que me rodean, porque a menudo siento que no puedo ayudar tanto ni tan bien como desearía o que no puedo abarcar tanto como me gustaría, porque encuentro que me faltan horas para hacer las cosas como mi mente me dice que deberían ser…

Me siento aliviada y agradecida al darme cuenta de como, con el tiempo, muchas piezas han ido encontrando su sitio y encajando; al ver el resultado de los pasos dados durante los últimos años y saberme en un presente, en una realidad, que entonces no hubiera sido capaz de imaginar. Y al mismo tiempo, me persiguen las sombras de los temas pendientes, todo aquello que aún no he resuelto y que, no sin razón, ha ido quedando relegado al final de un proceso que –ahora ya lo sé– en realidad nunca acaba. Tengo la sensación de encontrarme en una constante contradicción, intentando encontrar el equilibrio en la fina línea entre lo que me hace sentir en calma y lo que me remueve, tratando de centrar la atención en todo aquello que está bien en cada momento y soltando lo que no me ayuda, lo que no me sirve. Aprendiendo a parar cuando lo necesito sin sentirme culpable por hacerlo; deshaciendo antiguos patrones y esforzándome por crear otros nuevos, con la intención de hacerlo todo más sencillo, juzgando y cuestionando menos y fluyendo más, siendo honesta, buscando llegar a la esencia, permitiéndome ser quién soy.

 
Laura LópezComment